El número de niños que trabajan en la
agricultura ascendió hasta los 108 millones en el mundo, impulsado en parte por
los conflictos y los desastres naturales, señaló hoy la ONU en el Día Mundial contra el
Trabajo Infantil.
La
información la publican medios como la agencia de noticias EFE, el periódico Hoy y
la resalta TiempoNotiRD.
El director
general adjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura (FAO) Daniel
Gustafson afirmó en un acto en Roma que en los últimos años se ha
incrementado el trabajo infantil tras una serie de descensos por la
intensificación de los conflictos armados, los desastres relacionados con la
meteorología y la migración forzada.
“Es probable
que los niños que trabajan muchas horas continúen engrosando las filas de los
pobres y hambrientos. Como sus familias dependen de su trabajo, esto priva a
los niños de la oportunidad de ir a la escuela y les impide obtener empleos
decentes e ingresos en el futuro”, advirtió.
Gustafson
relacionó así el objetivo de erradicar el hambre para 2030 con el de acabar con
el trabajo infantil para 2025, como fija la agenda de desarrollo sostenible
aprobada por la comunidad internacional en 2015.
Las últimas
estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reflejan que se
ha pasado de involucrar a 98 millones de niños en las actividades agrícolas en
2012 a un total de 108 millones en 2016, cifra que representa el 71 % de los
152 millones de menores que trabajan a nivel mundial.
El
especialista de la OIT Simon Steyne explicó que se trata en su mayoría de un
empleo “no remunerado” que comienzan a desempeñar los niños de entre 5 y 7 años
de edad en las familias pobres, y que con el tiempo suele volverse “más
peligroso”.
Ocurre, por
ejemplo, cuando trabajan en campos tratados con pesticidas o cargan con mucho
peso, por lo que Steyne llamó a investigar más ese tipo de riesgos para una
población vulnerable como la infantil y dar respuestas para asegurarles su
derecho a la salud.
El experto
también instó a completar la educación de estos grupos para evitar que caigan
luego en el desempleo o la precariedad, de modo que se sustituya el empleo no
pagado por otro cualificado y seguro que sí les genere ingresos.
Bernd
Seiffert, técnico de la FAO, agregó que, a diferencia de las
pequeñas tareas en el hogar, se debe luchar contra las ocupaciones que
interfieran con la educación obligatoria de los niños, incumplan la edad mínima
para trabajar y resulten peligrosas o dañinas.
Con el fin
de garantizar una transición a un empleo juvenil seguro a partir de los 18
años, Seiffert apuntó que están promoviendo actividades
alternativas con métodos biológicos en lugar de usar pesticidas, medidas de
protección social o la alimentación escolar.
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