Dominicanos en el país y en cada
rincón del planeta donde nos encontremos pongamos bien en alto el nombre de la
República Dominicana, con nuestras acciones. No dejemos que nos quiten lo que
con tanto sacrificio y sangre se logró hace 155 años (1863-1865) con la guerra
de la Restauración de la República liderada por Gregorio Luperón, Ulises Francisco
Espaillat, Gaspar Polanco, Federico de Jesús García, José Antonio Salcedo, José
María Cabral, Lucas Evangelista de Peña, Máximo Grullón, Santiago Rodríguez,
entre otros.
La Restauración de la República: auténtica guerra de liberación nacional
La gran
enseñanza del movimiento nacionalista y revolucionario de oposición a la
anexión de República Dominicana a España, conocida en la historia como la
Restauración de la República, es que el pueblo aprendió que, aunque tiene
raíces españolas, no es español, sino dominicano. Así lo explica el Decano de
la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
La
información la publica el periódico Listín
Diario y la resalta TiempoNotiRD.
Al analizar el hecho que se produjo a raíz de la anexión de
República Dominicana a España luego de haberse consumado la Independencia
Nacional del 27 de Febrero de 1844, el doctor Augusto Bravo Mena, asegura:
“Este acontecimiento nos ayudó a comprender definitivamente que no somos
españoles, pues la clase dominante y sectores pro España consideraban que
éramos españoles y así se lo inculcaban a la población”, dijo el también
catedrático de Historia al destacar que de ahí, la gran importancia de resaltar
el hecho histórico de la Restauración, el cual permitió restaurar nuestra
República, nuestra independencia.
República Dominicana fue anexada a España el 18 de marzo de 1861
por el grupo dominante, encabezado por Pedro Santana, quienes querían preservar
sus privilegios como clase élite, pero enseguida inició la lucha de varios
sectores del pueblo que se oponían, por lo que hubo manifestaciones desde
el primer momento, pero la manipulación, el control del Estado y vínculos
a sectores extranjeros posibilitaron que Santana llevara a cabo la anexión, a
17 años de que el país declarara su independencia luego de 22 años de haber
estado sometida por Haití.
De acuerdo a Bravo Mena, la gran trascendencia de la guerra de la Restauración radica
en que fue protagonizada por el pueblo en su conjunto que, a diferencia de la
lucha independentista, realizada por la clase media urbana, la pequeña
burguesía, en el proceso de restauración de la República participaron todos los
sectores del país (campesinos, obreros, intelectuales, profesionales,
militares) y fue una lucha popular.
Aunque el profesor Bravo destaca que lo que pasó no puede
modificarse, asegura que es necesario estudiar el pasado, la historia, debido a
que por ejemplo: “El período histórico de la Restauración nos enseña que un
pueblo aunque sea pobre, humilde, sencillo y mal equipado se enfrenta a otro
puede vencerlo y esa es una gran enseñanza de la Restauración”, asegura.
Otra de las enseñanzas que podemos aprender de la lucha
restauradora es que cuando los dominicanos se unifican y se empoderan pueden
lograr los objetivos colectivos que se proponen.
Gregorio Luperón
La guerra restauradora, que se inició con el Grito de Capotillo el 16 de agosto de 1863, del cual hoy se cumplen 155 años, fue protagonizada por dominicanos, muchos de ellos jóvenes como Gregorio Luperón, quien fue la primera espada de tan importante episodio de la historia del país. Pero también hubo otros personajes fundamentales del proceso restaurador como Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción, Santiago Rodríguez, (quien encabezó el emblemático Grito de Capotillo).
La guerra restauradora, que se inició con el Grito de Capotillo el 16 de agosto de 1863, del cual hoy se cumplen 155 años, fue protagonizada por dominicanos, muchos de ellos jóvenes como Gregorio Luperón, quien fue la primera espada de tan importante episodio de la historia del país. Pero también hubo otros personajes fundamentales del proceso restaurador como Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción, Santiago Rodríguez, (quien encabezó el emblemático Grito de Capotillo).
Ellos, además de restaurar la Independencia Nacional, lograron
desplazar del poder del sector tradicional que representaban los hateros.
“En ese contexto histórico los grupos predominantes fueron
conservadores y el escenario político estuvo dominado entre Pedro Santana y
Buenaventura Báez, ambos anexionistas que perseguían aumentar sus privilegios”,
destaca el decano de Humanidades al asegurar que entre las causas internas que
propiciaron la anexión a España estuvieron la crisis económica, el alto nivel
de corrupción tanto de Buenaventura Báez como de Pedro Santana. Esto posibilitó
un desaliento en la población y una falta de fe y expectativa, cuya única
solución era anexar el país a una potencia extranjera.
En cuanto a la coyuntura internacional, la guerra de sucesión de
Estados Unidos, el intento de Francia de ocupar a México, de la guerra de
Crimea posibilitaron que en el plano internacional se cambiara la correlación
de fuerza, lo que favoreció que se llevara a cabo la anexión a España, pero la
respuesta de los dominicanos no se hizo esperar y desde el mismo día que se izó
la bandera española comenzaron las protestas, como fue el caso de Olegario
Tenares, en San Francisco de Macorís; Idelfonso Mella, en Puerto Plata y
Eusebio Manzueta, en Yamasá.
Bravo cuenta que la primera acción armada que hubo, fue el dos
de mayo de ese mismo año, en Moca encabezada por José Contreras y
posteriormente, Francisco del Rosario Sánchez, en el Cercado, San Juan, en la
zona fronteriza. “Aunque fracasaron militarmente, fue la llama que mantuvo encendida
en la población dominicana que era posible oponerse a la anexión”.
El decano de Humanidades, quien ha dedicado más de la mitad de
su vida a enseñar Historia, asegura que la Restauración se convirtió en una
auténtica guerra de liberación nacional, la cual considera: “Los dominicanos no
hemos dimensionado hacia el mundo como valor del pueblo. Sí, porque fue una
guerra totalmente popular, pues para entonces el 90 por ciento de la población
era campesina y el campesinado se integró a luchar en ese proceso que
posibilitó que todos los sectores de la población dominicana participaran en la
lucha que permitió la recuperación de nuestra soberanía nacional y que
entendiéramos de una vez y por todas que somos dominicanos”.
Historia y nuevas generaciones
Conmemorar acontecimientos pasados es importante, según opina Bravo, porque posibilita rescatar figuras que han estado en el olvido, debido a que solo se hace alusión a un sector. “Debemos investigar sobre la historia y este es un reto que tenemos en la Facultad de Humanidades sobre todo en lo que tiene que ver con el papel de la mujer en el proceso de la guerra restauradora. Este nunca ha sido tomado en cuenta, ni en nuestra historia y seguro que las hay”. Pero como dijo, en el tratamiento de los hechos históricos alguien siempre queda marginado.
En estos tiempos parecería paradójico e increíble cuando se
relata que en otras épocas, como en la de la Restauración, hubo dominicanos que
no aceptaron ser presidentes de la República y muchos de los que la ocuparon
fue por circunstancias, coyunturas del momento y de manera interina. “Esos
hombres no pasaron factura porque fue una lucha popular genuina, por rescatar
nuestra soberanía, por querer ser dominicanos, esa es la clave de todo ese
proceso, ahí entendimos que tenemos raíces africanas y no somos africanos,
tenemos raíces españolas y no somos españoles. Somos dominicanos”, resalta el
profesor al asegurar que el sincretismo de todo este proceso es una nueva
sociedad, una nueva etnia, que hemos venido conformando y configurando en todos
estos procesos y por eso es importante rescatar la memoria histórica en un
mundo globalizado como el que hoy se vive. “Lo que nos puede dar sustento y
energía para poder continuar como nación es justamente nuestra identidad”,
concluye.
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