Siete décadas después de finalizar la
Segunda Guerra Mundial, más de 300 diminutos trozos de tejido humano de presos
políticos ejecutados por los nazis fueron inhumados este lunes de tarde en un
cementerio de Berlín.
La información la publica la agencia de
noticias AFP y la destaca TiempoNotiRD.
Esta ceremonia poco común, a iniciativa de
un gran hospital de la capital alemana, Charité, y es el fruto de tres años de
investigación, tuvo lugar con la presencia de un rabino y miembros de la
Iglesia protestante en el cementerio de Dorotheenstadt, donde yacen varias
víctimas del Tercer Reich.
"Con la inhumación de las
muestras microscópicas" extraídas en aquel momento de los cuerpos,
"queremos otorgar un poco de dignidad a las víctimas", indicó por su
parte el director del hospital, Karl Marx Einhäupl.
Para Saskia von Brockdorff cuya
madre, Erika von Brockdorff, fue asesinada en la prisión berlinesa de
Ploetzensee, se trata de "poner fin a esta historia".
"Ahora sé dónde puedo
llorar a mi madre, ejecutada el 13 de mayo de 1943 en la cárcel (de
Ploetzensee). Estoy contenta de poder venir aquí", dijo la anciana.
La iniciativa es una muestra de
los esfuerzos recientes emprendidos por el hospital para "enfrentar el
pasado", subraya el memorial de la Resistencia Alemana, coorganizador de
esta ceremonia.
"Muchos de sus médicos que
ocupaban puestos en la dirección transformaron, durante el periodo
nacionalsocialista, sus clínicas e institutos en lugares en los que se
practicaba la medicina racial y de destrucción de los nazis", añadió.
- "Un caso
particular" -
De los opositores al régimen
nazi que fueron enterrados, no quedaban más que 300 tejidos dispuestos en
portaobjetos de laboratorio que los descendientes del médico anatomista que
realizaba experimentos en aquella época, Hermann Stieve, encontraron en una
cajita.
Los restos, apenas visibles,
algunos de un centímetro cuadrado y una centésima de milímetro de espesor,
fueron entregados en 2016 al profesor Andreas Winkelmann para tratar de
identificar a los dueños.
"En general, no se
consideraría que unos tejidos tan minúsculos merecieran ser enterrados [...]
pero en este caso la historia es particular, puesto que provienen de personas a
las que se negó deliberadamente la sepultura para que sus familiares no
supieran dónde se encontraban", explicó Winkelmann.
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