Alcaldia de Santiago

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sábado, 5 de febrero de 2022

Esperanzas que quedan en el mar

 


Por: María Hernández


El deseo de superación y de echar hacia delante a su familia ha llevado a muchos dominicanos, jóvenes en su mayoría, a desafiar la bravura de las aguas y embarcarse en frágiles yolas hacia otras naciones que ya no son la vecina isla de Puerto Rico, como era la tradición, desde hace muchos años, a pesar de que los viajes ilegales por esa ruta también se siguen realizando sin que las autoridades detengan a los llamados "Coyotes" que son los que manejan las embarcaciones en las que se transportan los viajeros.

La información la publican medios como Vanguardia del Pueblo en su portal https://vanguardiadelpueblo.do/2022/02/esperanzas-que-quedan-en-el-mar/, Mirador Central https://miradorcentral.com/2022/02/04/esperanzas-que-quedan-en-el-mar/, y la destaca TiempoNotiRD.

La región sur, específicamente, Baní, en la provincia Peravia, ha visto perder decenas de ciudadanos que han pagado altas sumas de dinero para, mediante todo tipo de medios de transporte, y pasando por diferentes naciones alcanzar el sueño americano por el que tanto hombres, mujeres y niños han perdido la vida en todo el trayecto.

El más reciente caso ocurrió  en Baní donde murieron  6 dominicanos en un bote que zozobró el 23 de enero de este 2022, al llegar a la costa de la Florida, en donde solo una persona sobrevivió. Era la tercera ocasión en la que uno de los dominicanos, Wilkin Romely Méndez Pérez, con apenas 18 años intentaba llegar a nuevos horizontes, pero sus deseos se quedaron en el mar.

Como escribió, recientemente la periodista Deyanira Polanco en el periódico Listín Diario: "La muerte en los viajes ilegales de jóvenes, principalmente, se ha encargado de quitarle el dulce en los últimos meses a la provincia Peravia". Se recuerda que en la tragedia de Chiapas, México, en donde fallecieron 55 personas de diferentes nacionalidades  murieron  también 12 dominicanos, de los cuales 10 eran banilejos.

La situación económica y de inseguridad por la que atraviesa la República Dominicana es de todos conocida y se ha incrementado luego de la pandemia y de la política de desinterés que han implementado las autoridades, concentradas básicamente en los programas de vacunación y pruebas contra la enfermedad, pero se han olvidado de que el hambre es la más grave dolencia que puede atacar a un ser humano.

Visitar un mercado, supermercado o colmado llena de impotencia a cualquiera cuando observamos que los productos de primera necesidad se han incrementado en más del doble, sin que se ofrezca una explicación convincente a la población que hace malabares para rendir la comida diaria que de acuerdo a informaciones del Banco Central  en julio 2021 la canasta familiar se situaba en 38,419 pesos.

A todo eso hay que agregar la gran cantidad de desempleados que ha dejado el Estado que de acuerdo a los  datos superan los cientos de miles de  cancelados, la mayoría de los cuales no han podido insertarse de nuevo a trabajar. Esa incertidumbre dentro de la que se encuentran miles de jóvenes, hombres y mujeres es lo que los ha llevado a olvidarse de todo y a vender, en muchos casos, lo poco que tienen para aventurarse a la fatal travesía.

El panorama nacional debe cambiar. La gente es paciente, pero hasta un punto. Desde el gobierno se deben implementar políticas públicas que  mejoren la calidad de vida de los pobres en nuestro país y no inclinar la balanza para el sector de los poderosos. 

El dominicano es un pueblo trabajador. Da pena que dentro de esos jóvenes que han fallecido haya profesionales, de todas las áreas, que se cansaron de regar currículo, sin que se vislumbrara una esperanza de trabajo. Es por eso que han preferido salir de su país a hacer lo que aparezca y la muerte los ha sorprendido, lamentablemente.

Los planes sociales del gobierno deben multiplicarse para que las madres solteras, los hombres y mujeres,   jóvenes y los envejecientes encuentren una mano que los apoye, ante tantas necesidades que los abaten. 

Los medios de comunicación y las redes sociales son un termómetro para que las autoridades midan los niveles de precariedades que están pasando los dominicanos y en especial los que tienen en sus hogares enfermos de covid-19 y cuando van a las farmacias salen con las manos en la cabeza y compran solo lo que consideran imprescindible dejando a un lado los suplementos y vitaminas que complementan el tratamiento de  la enfermedad.

En países como Venezuela los ciudadanos se quejan de que en la actualidad apenas pueden comer arroz con frijoles, mientras en nuestro país la gente solo puede comer arroz con huevos porque las carnes, habichuelas y ensaladas hace tiempo que salieron del alcance de las amas de casa, sin que las autoridades agropecuarias expliquen a la nación por qué el incremento de todos esos productos, desde hace meses.





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