Por: María Hernández
Una enfermedad que se creía ya controlada, como es la difteria, ha
vuelto a causar contagios y muertes en la República Dominicana sin que se
tengan claras las causas del abrupto rebrote de tan complicada dolencia.
La información la publican medios como El Nuevo Diario y Vanguardia del Pueblo y la resalta TiempoNotiRD.
Aunque los niños son los más vulnerables a contraer la difteria también
se han presentado casos en adultos, pero más leves que en los infantes.
Una enfermedad que se creía ya controlada, como es la difteria, ha
vuelto a causar contagios y muertes en la República Dominicana sin que se
tengan claras las causas del abrupto rebrote de tan complicada dolencia.
Aunque los niños son los más vulnerables a contraer la difteria también
se han presentado casos en adultos, pero más leves que en los infantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la difteria como una
infección causada por la bacteria Corynebacterium Diphtheriae. Los
signos y síntomas se suelen manifestar 2 y 5 días después que ocurre la
exposición y pueden ir desde leves hasta graves. Estos síntomas se dan de forma
gradual, y comienzan por dolor de garganta y fiebre.
La organización de salud internacional indica que cuando el caso es de
gravedad, la bacteria genera un producto tóxico denominado toxina que produce
una espesa placa de color gris o blanca, en el fondo de la garganta. Esta placa
puede llegar a bloquear las vías respiratorias dificultando la respiración o la
deglución y puede provocar una tos seca.
Mientras, según un escrito del Dr. Rafael Miranda, quien a su vez cita
un artículo del investigador y además oftalmólogo Herbert Stern acerca de la
historia de la difteria en nuestro país, desde el siglo XIX esta temible
enfermedad ha estado aquí con carácter endémico, es decir que se encuentra
regularmente en el país, aunque de manera ocasional produce brotes epidémicos.
En los períodos en los cuales la epidemia ha florecido ha sido la población
infantil la que ha resultado más afectada, como está sucediendo en la
actualidad.
En 1891, en
Puerto Plata, se reportaron en noviembre y diciembre casos de difteria. Ese
brote se convirtió en una epidemia que afectó en 1892 a Santiago y a finales de
ese año se trasladó a la capital. Eso motivó diferentes publicaciones, en 1891,
de la entonces Asociación Médica de Santo Domingo, (hoy Colegio Médico
Dominicano). La Sociedad fue muy activa y recomendó el aislamiento de los
enfermos y la desinfección como principales medidas de manejo de la situación.
Hay regiones específicas donde la enfermedad ha
causado mayor letalidad, por lo que las autoridades han decidido intervenir
esos sectores de áreas urbanas y rurales donde han surgido numerosos casos.
El Ministerio de Salud Pública ha informado que dentro
de los fallecidos por difteria en los últimos días, en el país, tres son del
sexo femenino y siete masculinos con edades desde los 2 a los 14 años.
Los lugares donde se notificaron son: Yamasá de Monte
Plata, cuatro (4); Barrio Boruga en San Cristóbal dos (2); Peravia, Baní uno
(1); Neyba, Bahoruco uno (1); Área VII Los Alcarrizos uno (1) y en Santo
Domingo Norte uno (1).
De acuerdo a la institución de salud los primeros
casos de las notificaciones de la enfermedad han arrojado que todos los
afectados tenían incompleto su esquema de vacunación.
La higiene tiene un papel preponderante para evitar esta
enfermedad que se haya alimentada por los grandes cúmulos de basura que
amenazan con arropar al país y que según denuncias de comunitarios de
diferentes regiones estos desperdicios son los propiciadores de moscas y
mosquitos que luego invaden los hogares llevando esos insectos a sus casas.
Datos de la Sociedad Venezolana de Medicina Interna
indican que el bacilo que produce la difteria sobrevive por semanas, e
inclusive meses, sobre las superficies medioambientales y en la basura.
Los vertederos improvisados crecen, en nuestros
sectores sin que diferentes alcaldías puedan dar una explicación de por qué los
camiones recolectores de basura no recogen los desechos sólidos que tienen
meses acumulados en nuestros barrios y hasta debajo de los elevados localizados
después que se cruzan los dos principales puentes de la capital como son el
Juan Pablo Duarte y el Juan Bosch.
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