Las calles de
Estocolmo están tranquilas, pero no desiertas. Todavía hay gente en las
cafeterías al aire libre en el centro de la capital sueca. Hay vendedores de
flores, adolescentes charlando en los parques. La gente se saluda de mano y con
abrazos.
La información
la publica la agencia de noticias Reuters, Infobae y la resalta TiempoNotiRD.
Después de un
largo y oscuro invierno escandinavo, la pandemia de coronavirus no mantiene a
los suecos en casa, incluso cuando en muchas partes del mundo las personas
están refugiadas bajo techo y no encuentran tiendas o restaurantes abiertos en
las pocas ocasiones en que se les permite salir.
Las autoridades
suecas han aconsejado al público que practiquen el distanciamiento social y
trabajen desde casa, si es posible, y exhortaron a las personas mayores de 70
años a aislarse por precaución. Sin embargo, en comparación con las cuarentenas
impuestas en otras partes del mundo, la respuesta del gobierno al virus permite
una gran cantidad de libertad personal.
Está prohibido
estar de pie en los bares, pero los restaurantes sí tienen permitido dar
servicio a los comensales en mesas o para llevar. Las secundarias y
universidades están cerradas, pero las escuelas preescolares y primarias aún
imparten clases presenciales.
"Suecia es
un caso atípico en la escena europea, al menos", dijo el epidemiólogo
Johan Giesecke, asesor de la Agencia de Salud de Suecia. "Y creo que eso
es bueno". Otras naciones europeas "han tomado medidas políticas
desconsideradas" en lugar de las dictadas por la ciencia, afirmó Giesecke.
Se desconoce cuánto durará el estado excepcional de Suecia. Advirtiendo de
"muchas semanas y meses difíciles por delante", el primer ministro
Stefan Lofven anunció que, a partir del domingo, las reuniones se limitarían a
50 personas en lugar de 500.
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