Por: María Hernández
Hay situaciones que poco a poco se nos van escapando de las manos hasta que, de un momento a otro, la solución llega, pero tarde, en muchos casos. Si observamos todo el trayecto que va desde la cabeza de los puentes Duarte y Juan Bosch hasta llegar muy cerca de la Plaza de la Bandera, en la avenida 27 de Febrero con Luperón, podemos constatar como todo ese entorno se ha ido llenando de indigentes y enfermos mentales que han hecho de la avenida su hábitat, ante la mirada indiferentes de las autoridades.
La información la publican medios como El Nuevo Diario https://elnuevodiario.com.do/los-indigentes-nos-arropan/y Vanguardia del Pueblo https://vanguardiadelpueblo.do/2020/12/los-indigentes-nos-arropan/ en su formato digital y la resalta TiempoNotiRD.
En muchos casos, hay divisiones de pequeñas casuchas realizadas con pedazos de tela, cartón, trozos de madera, viejos colchones, muebles destruidos, entre otros objetos donde se puede apreciar, en su interior, la figura de personas a los que la luz del sol les avisa que ya tienen que levantarse a buscar en los zafacones su desayuno.
Vi con curiosidad, este jueves, como un anciano, sin camisa, se levantaba de su cama, un pedazo de cartón y de la vieja cortina que le servía de sábana a sacudir la ropa llena del polvo, que le dejan los vehículos que transitan por el lugar, para salir y confundirse entre la gente que habitualmente frecuenta esa populosa zona, específicamente entre la Duarte, José Martí, Juana Saltitopa y la París, entre otras.
La indigencia en la República Dominicana afecta a 6 de cada 100 habitantes, de acuerdo con el último reporte del Comité Técnico Interinstitucional de la Pobreza hecho en 2016, una cifra que representa el 6.1% de toda la población.
Aunque dentro de las causas principales del estado de indigencia en que viven tantas personas en nuestro país se citan la falta de protección estatal, la pobreza y el desamparo hay que resaltar que las drogas juegan un papel importante en estos casos en los que los niños y adolescentes también se ven atrapados en la miseria que los afecta en las calles.
En Europa, hasta ahora, solo un país ha logrado resolver el problema de los que no tienen techo, es Finlandia, después ni Londres, París o Berlín han podido hacerlo, pero, en nuestro país, la alcaldía del Distrito Nacional, conjuntamente con otras autoridades pueden comenzar a implementar proyectos de recogida de los desperdicios que cada día dejan estos individuos en las avenidas principales y que nos desnudan frente a los dominicanos y extranjeros que nos visitan que ya no tienen que ir a los barrios para ver la calamitosa situación que los envuelve, sino que en medio hasta de grandes torres, plazas comerciales, iglesias, parques, puede aparecer un indigente que ha arrebatado el espacio que los demás le han negado.
Hay un lugar, en la capital, donde se reúne la mayoría de los indigentes, sobre todo de la Zona Colonial, en horas de la tarde- noche, a esperar el plato de comida que no sé si se lo proporciona la congregación religiosa de la parroquia San Pio X, en cuyo frente se colocan cada día, pero es un gesto digno de imitarse con estos desarropados, sin familia, que solo buscan un lugar en donde la lluvia no los alcance y algo para comer y seguir sobreviviendo a la indolencia y a la marginalidad a la que lo ha sometido la sociedad, su familia y por supuesto, ellos mismos.
Estos días son propicios para pensar en los que poseen como su único hogar el duro suelo de la parte inferior del Elevado de la avenida 27 de Febrero, entre tantos otros lugares utilizados por los indigentes para guarecerse de la fría noche y de los calientes rayos del sol.
